Septiembre de 2018

La Llegada

   Llegamos a Pola de Lena a las 3 de la tarde de aquel viernes 28 de septiembre de 2018. Después de comer y tras un breve descanso, intentamos llegar a la casa rural, Ca'mi Güela, que teníamos previamente reservada. Se trata de un edificio de piedra de dos plantas, típica casa asturiana del s. XIX, totalmente restaurada situada a media ladera en el lugar conocido como Nembra en el concejo de Aller. Para llegar, desde la A-66, a medio camino entre Pola de Lena y Mieres, tomamos la AS-112 dirección Moreda.

            Acceso directo

    La Llegada

    Santa Cristina de Lena
    Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa
    San Pedro de Arrojo
    Siguiendo el río Trubia
    Bueño, el pueblo de los 50 hórreos
    Santa María del Naranco
    San Miguel de Lillo
    Cabo de Peñas
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       Bandera de Asturias

     Esta carretera, siguiendo el cauce del río Negro hacia Santibanes de Murias, nos lleva hasta Nembra. Allí hay que buscarse la vida pues encontrar la casa rural resultó harto difícil. En Nembra y otros lugares vecinos, encontramos el valle del río Negro que nace a más de 2.000 m. de altura y debe su nombre al color negro del carbón de los lavaderos que existieron durante buena parte del s. XIX. Hoy día las aguas de este río son limpias y cristalinas.

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    El acceso a la casa rural se realiza atravesando un puente de la misma anchura que el coche, más un centímetro a cada lado, hasta llegar al pie de una rampa. Hay que acelerar, como si del despegue de un avión se tratase, para subir hasta la casa con una pendiente de casi 30 grados. Al llegar arriba hay un espacio mínimo para aparcar un coche por lo que encontramos más conveniente subir marcha atrás y con peligro serio de despeño por la montaña. La pericia de nuestros conductores resolvió el problema.


                                                      Vista de la Casa Rural. Fachada oeste.

     


                        Vista de los alrededores de la casa rural

                                   Vista desde la terraza hacia el valle

       La casa nos pareció muy confortable con servicios completos de cocina, electrodomésticos, tres dormitorios, dos baños, salón con chimenea y hermosas vistas al valle del río Negro. Una escalera de caracol daba acceso a los dormitorios en el piso superior. Cómodos divanes, sillas y amplia mesa daban descanso y servicio a nuestros agotados cuerpos. Recomendaríamos esta casa rural con el inconveniente del aparcamiento.

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Santa Cristina de Lena

       
         A la mañana siguiente, sábado 29 de septiembre, despué de un abundante desyuno, empezamos una apretada jornado yendo a visitar, en primer lugar, la iglesia de Santa Cristina de Lena situada en una colina dominando el valle del río Lena. El acceso se realiza por la carretera AS-242, desde Pola de Lena siguiendo un trayecto bien señalizado paralelo a la A-66. A unos 6 km encontramos un aparcadero donde dejamos los coche y seguimos a pie un camino de aproximadamente un par de kilómetros hasta la iglesia. El trayecto es un agradable paseo caminando a media altura del monte y sin apenas pendiente. Frondosos robledales y castaños cubren nuestras cabezas encontrando frecuentes claros que dejan ver a nuestros pies, el valle del río Lena.


        Ya cerca, nos aparece la iglesia a través de un claro del bosque.

       Vemos grupos de casas aisladas entre la espesa vegetación donde abundan las brañas y zonas verdes de pasto de verano y en la lejanía las altas cumbres de algunos picos notables de la cordillera cantábrica.  Aproximadamente a mitad de camino y a través de un claro del bosque distinguimos la iglesia que se yergue aislada sobre una verde colina. Por su soledad y la singularidad del lugar pensamos que su constructor supo escoger bien el emplazamiento de esta iglesia.

     Al llegar a la colina encontramos la iglesia y su entorno perfectamente limpio y cuidado. Nos dedicamos a hacer fotos en torno a la iglesia antes de pasar al interior. Se trata de una construcción con planta en forma de cruz griega con cuatro salientes simétricos en cada lado que corresponden a dos cámaras o estancias situadas en los lados norte y sur, la entrada queda hacia el oeste y la cabecera orientada al este. Llama la atención la simetría de su estructura y la forma de construcción reforzada por numerosos contrafuertes (contamos 14 a cada lado)  por lo que había sido conocida como "iglesia de las esquinas". Todo el terreno que la rodea está delimitado por una valla de madera. Un paseo por el lugar nos muestra unas hermosas vistas del valle de Lena, lugar que debió servir de importante encrucijada de caminos entre Asturias y Castilla-León a través del puerto de Pajares.

    La iglesia de Santa Cristina de Lena es uno de los edificios más destacados del arte prerrománico asturiano adscrita al período ramirense bajo los reinados de Ramiro I (842-850) y de su hijo Ordoño I (850-866). No existe documentación sobre su construcción por lo que sus orígenes aparecen confusos. Parece que hubo una primera construcción a mediados del s. VII, debido a la existencia de piezas visigóticas reutilizadas en la construcción actual durante el reinado de los mencionados reyes astures a mediados del s.IX. En el s. XIX se realizaron obras de restauración y en el s. XX sufrió nuevas obras reparando destrozos sufridos durante la revolución de Asturias de octubre de 1934.



                                              Fachada este. Capilla mayor.

                                       Fachada oeste. Vestíbulo y entrada principal.

      Por su estilo arquitectónico, aunque algo más tosco, no parece haber duda de su relación con la edificación del conjunto palatino del monte Naranco en Oviedo. Santa Cristina de Lena fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1885, y distinguida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.

              Entre dos gruesos contrafuertes, entramos a la iglesia a través de su única portada situada en la fachada oeste y formada por un arco de medio punto apoyado sobre columnas sin decoración. En el interior una señora que hace las funciones de guía, nos reúne en un pequeño grupo y nos va dando explicaciones sobre la iglesia. Tras la portada atravesamos una  especie de vestíbulo cubierto, entre el atrio y el templo.

       Todos los espacios interiores están abovedados sobre arcos fajones de refuerzo apoyados sobre pilares laterales que dividen transversalmente la nave en cinco espacios. Sobre el pórtico existe una estructura semejante a una tribuna regia, sostenida por un gran arco de medio punto, a la que se accede por una escalera lateral. Por ello se había pensado que esta iglesia pudo haber correspondido a un conjunto palatino para estancias temporales de los reyes y rodeada de otras edificaciones de las que no queda ningún resto.


                                Bóveda de cañón sobre la arquería ciega del interior.

              La cabecera de la iglesia la forma la parte saliente que mira hacia el este (ver esquema de la planta) cuyo suelo aparece más elevado que el resto de la nave y del cual está  separado por un conjunto de tres arcos de medio punto con dos pequeñas escaleras laterales. Este conjunto, llamado iconostasio (del griego εἰκονοστάσιον, exposición de imagenes) separa el espacio entre fieles y oficiantes. Llama la atención la presencia de tres grandes placas labradas dispuestas entre las dos columnas centrales. En una de ellas consta el nombre de un personaje y la fecha correspondiente al año 643, por lo que no cabe duda de que se trataría de alguna placa funeraria visigótica reaprovechada.

      A la izquierda, cabecera con los tres arcos formando el iconostasio. A la derecha, detalle del iconostasio con las placas labradas de probable orígen visigótico.
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Parque Natural de Las Ubiñas - La Mesa

       

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             Después de nuestra visita a Santa Cristina de Lena regresamos a Pola de Lena para tomar la carretera AS-230 y llegar hasta el Alto de La Cobertoira. Aproximadamente en este punto la carretera continua siguiendo el límite con el
Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa durante un trayecto de varios kilómetros. Este parque se encuentra situado al sur de Asturias limitando con la comunidad de Castilla-León. Comprende varios municipios asturianos y el conocido macizo de Peña Ubiña, que le da nombre, con sus 2.417 metros.


          Parque Natural de Las Ubiñas - La Mesa. Vista desde el alto de la cobertoira mirando hacia el oeste (1.174 m.)

        Por su interesante patrimonio cultural y etnográfico, este parque forma parte de la Reserva de la Biosfera desde 2012, siendo un espacio de especial protección por su estado de conservación y variedad de fauna y flora ya que en él, amén de otras especies de aves y mamíferos, habitan el urogallo y el oso pardo, animales incluidos en el catálogo de Especies Amenazadas. Gran parte del parque está poblado por frondosos bosques de hayas, robles y castaños, entre otros, salpicados con pequeños caseríos y pueblos de arquitectura tradicional asturiana entre brañas, verdes zonas de pasto y tímidos afloramientos de la roca madre. Desde el Alto de La Cobertoira (1.174 m), la carretera AS-230 desciende en moderada pendiente, salvo las correspondientes vueltas y revueltas propias del terreno, hasta continuar siguiendo el curso del río Trubia, afluente del río Nalón, para llegar al pueblo de Bárzana, donde ya, hambrientos hasta la rabia, paramos a comer.

                                 Circulando por el valle del río Trubia                                           Casa asturiana
      

        Bárzana es la capital del concejo de Quirós y es el núcleo de población más importante de este concejo. La carretera que seguimos queda enmarcada, por la derecha, por la Sierra del Aramo con alturas superiores a los 1.200 metros y por la izquierda sigue el mencionado límite con el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa. Entramos a comer en Casa Jamallo. El local, cómodo y muy agradable, favoreció la conversación y el descanso. Su menú, permite disfrutar de los productos de la tierra, y, como era obligado nos metimos entre pecho y espalda la fabada más rica y sabrosa que hayamos podido comer. Un diez sobre diez.

         Fabes de piel fina y suave, como perlas esperando su engarce, un chorizo de sabor artesano de campeonato acompañado de reventona morcilla, buque insignia que abre su vientre, esparciendo su contenido cuando se araña su piel, pintando de sabrosa negrura un buen taco de panceta curada que navega tembloroso como un enorme iceberg. Eso es la fabada asturiana.

       Un artefacto automático escanciador de sidra, parecido a una cafetera de tamaño sobresaliente, nos acompañó durante la comida. Este artefacto, patentado, consiste en un soporte que sostiene un vaso en posición de espera y leve reverencia y un sistema a presion que, al apretar un botón,  hace brotar espumosa sidra a través de una complicada canalización enchufada en la botella que el camarero, diligente, se encarga de reemplazar en cuanto la ve vacia.

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San Pedro de Arrojo

        
           Después de comer continuamos por la misma carretera, que ahora pasa a llamarse AS-229. A unos 3 kilómetros encontramos el pueblo de Arrojo donde se halla la iglesia románica de
San Pedro de Arrojo. Esta iglesia tiene una curiosa historia. Aparece citada por primera vez en un documento del año 891 que se conserva en la catedral de Oviedo, "Villa in Barrio cum ecclesia Sancti Petri". Los restos de esta primitiva edificación fueron descubiertos en 1988 bajo el ábside del edificio que hoy contemplamos, construido en torno a los ss. XII y XIII. El edificio se cerró al culto por su estado ruinoso en 1928 debido al paso de las tropas francesas y a la construcción de la carretera. El famoso arquitecto, maestro de la restauración arquitectónica Luis Menéndez-Pidal, se encargó de su reconstrucción en 1940, sufragada por donativos de la población vecinal. El edificio fue desmontado piedra a piedra para volver a colocar los sillares sobre lo que se pensó sería una cimentación más sólida a pesar de la inclinación que presentaba el ábside, y que aun hoy día es tan notoria, dándole esta figura tan pintoresca como inusual.


                    Iglesia de San Pedro de Arrojo, fachada sur con la vista del ábside a la derecha en caída libre.

        La iglesia consta de una sola nave en planta rectangular con ábside semicircular, con cubrición de bóveda de cañón y madera a dos vertientes. La iglesia está dividida en cuatro tramos que se corresponden con los contrafuertes que observamos en el exterior. El alero del tejado está recorrido por una serie de canecillos con una variada decoración.

      
                         Entrada principal en la fachada oeste.

             Capiteles sobre las columnas en la puerta de entrada

          La fachada occidental, que es donde se encuentra la entrada principal, presenta varias arquivoltas labradas en forma de zig-zag y puntas de diamante, sostenidas por tres columnas a cada lado. Sólo los capiteles del lado derecho presentan una elaborada decoración con diversas figuras de variado simbolismo. Nosotros no pudimos visitar el interior de esta iglesia por estar cerrada en aquella hora y lo único que pudimos hacer es recorrer el exterior y comprobar que ninguno de los sellos-testigo de yeso que se han colocado sobre algunas de las grietas del ábside presenta deterioro. Lo que no sabemos es cuando se pusieron.

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Siguiendo el río Trubia

        Continuando nuestro viaje por la carretera AS-229, a pocos kilómetros, llegamos al Embalse de Valdemurio que represa las aguas del río Trubia. Se trata de un espacio natural de gran belleza en donde se practican actividades náuticas, incluida la pesca deportiva, así como varias rutas de senderismo. El río Trubia, en su camino hacia el norte, acaba rindiendo sus aguas en el río Nalón, verdadera columna vertebral de Asturias, quien finalmente vierte su caudal en el mar Cantábrico.

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                 Embalse de Valdemurio. Vista desde el área recreativa.


                   Cabecera del embalse de Valdemurio. Al fondo dejamos las cumbres de la Sierra del Aramo.

         

              Al llegar al embalse, aparcamos el coche en el área recreativa y estuvimos dando un paseo contemplando unas hermosas vistas. Al fondo pueden verse alguno de los picos más altos de la Sierra del Aramo que hemos dejado a nuestras espaldas.

              En esta zona es muy conocida, y transitada, la Via Verde de la Senda del Oso. Esta popular senda está formada por dos ramales que se unen en un tramo común, siguiendo el curso del río Trubia por el valle de Quirós bordeando, en parte, el embalse de Valdemurio. Es una de las rutas más conocidas de Asturias, adaptada para el senderismo y el cicloculturismo, que discurre por un terreno asfaltado y sin apenas desnivel.

        La senda del Oso está construida aprovechando el trazado de un antiguo tren minero que transportaba carbón. Escoltados por altísimas paredes verticales de piedra, ambos, río y senda, atraviesan desfiladeros, como el de Peñas Juntas, lo que nos recordó un viaje por la Garganta del Cares (Caín, León) en uno de nuestros anteriores viajes (Riaño y Picos de Europa). Después de continuar por la carretera AS-229, nos detuvimos para hacer fotos de alguno de los túneles que atraviesa la senda antes de llegar a Villanueva donde finaliza.

Desfiladero de Peñas Juntas

          Aunque nos hubiera gustado, no hicimos ningún trayecto por la senda del Oso, ni visitamos el cercado donde guardan una pareja de osos que, por lo visto, atraen mucho la atención. Esto lo dejaremos para otra ocasión. Ya, avanzada la tarde, aun teníamos que continuar para intentar visitar el último objetivo que nos habíamos propuesto en esta jornada tan densa: el pueblo de Bueño o pueblo de los "cincuenta hórreos".


Uno de los túneles, antíguo ferrocarril, por donde discurre la Senda del Oso.
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Bueño, el pueblo de los 50 hórreos.


          Después de recorrer la ruta que sigue el curso del río Trubia por la AS-229, que a partir de Villanueva pasa a llamarse AS-228, llegamos al cruce con la N-634 dirección Oviedo hasta encontrar, gracias al GPS, el pueblo de Bueño o Güeñu, ya que ambas denominaciones son oficiales, conocido también como "pueblo asturiano de los 50 hórreos", en donde puede decirse que hay casi tantos como viviendas. Está situado en la vega del río Nalón, en el municipio de Ribera de Arriba.

          En el año 2012, este pueblo fue galardonado con el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias otorgado por la Fundación Príncipe de Asturias por su cuidado y limpio aspecto, respetuoso con el medio ambiente y tradiciones populares

Fundación Príncipe de Asturias

                                                           Hórreo con escalera exterior de piedra.

         La existencia del hórreo asturiano se debe a la necesidad de almacenar y proteger cosechas y matanzas por sus cualidades de conservación y temperatura en un clima húmedo y lluvioso. Se tiene constancia de su existencia desde el siglo IX. El roble y el castaño, abundante en tiempos pasados en los bosques asturianos, es el principal material usado para la construcción de sus vigas y maderas.

                 Se pueden distinguir dos tipos de construcciones: el hórreo es de planta cuadrada y se sostiene por cuatro pies o pegollos, generalmente con techo de cuatro vertientes, la panera tiene seis o más pies y, según el tipo de decoración y color, pueden dividirse en tres estilos: Allende, Villaviciosa y Carreño.

Glosario


Tellau -  tejado o cubierta, de tejas de barro. Antiguamente vegetal o de madera.
Colondras - paredes formadas por tablas de madera entrecruzadas sujetas a los trabes.
Corredor - entramado perimetral de barrotes, tabla lisa o torneada.
Trabes - las cuatro gruesas vigas que forman la base que soportan la cámara y el tejado.
Tenobia - tabla o soporte para acceso cómodo a la puerta.
Tacu - pequeña pieza de piedra que trasmite el peso de la cámara y tejado sobre los pegoyos.
Muela - de piedra caliza, plana. Impide la entrada de roedores. Pueden ser ruedas de molino reutilizadas.
Pegoyo - columnas de piedra o de madera. Pueden ser gruesos troncos preparados.
Subidoria - escalera de piedra o madera que acaba por fuera y a una altura inferior a los trabes. Impide el paso de roedores. 
Pilpayo -  piedras grandes y aplanadas, niveladas sobre el terreno  sobre las que asientan los pegoyos.

 


       La panera, a diferencia del hórreo, es de planta rectangular sostenida por tres o más pares de pegoyos, como esta que vemos a la derecha, que tiene cuatro. La cubierta remata con dos "moños" que corresponden a los extremos de una viga cumbrera horizontal. Las casas de ricos o personas notables acometían la construcción de la panera por necesidades de mayor almacenamiento. Con el tiempo, muchas de ellas pasaron a ser comunales.

 
                                                      En el centro tenemos una panera.


                           Hay hórreos por todas partes

         Al llegar al pueblo nos fuimos cada uno por su lado para ver y fotografiar varios hórreos. En la plaza del centro del pueblo había un paisano sentado en un banco que cada vez que uno de nosotros pasaba por allí, se acercaba y amablemente narraba la historia del pueblo y de sus hórreos. Al final resultó que, como cada uno de nosotros andaba por su lado, el hombre nos contó su historia cinco veces por lo menos.

      El paseo por el pueblo nos deja ver hórreos y paneras de distintas épocas construidos desde el siglo XVI al XX, estando el más antiguo de ellos, levantado en el centro del pueblo, notable por el enorme grosor sus vigas. Los hórreos se encuentran desperdigados por todo el pueblo junto a casas de reciente construcción y muchas veces junto a  ellos para ser utilizados como almacén. Existe una ruta interpretativa en la que se menciona que hay 46 hórreos; nosotros contamos hasta 38 entre hórreos y paneras.


                                      Dos mejor que uno.

        Desde el pueblo parten varios caminos a lo largo de los cuales, los hórreos se encuentran casi sin interrupción. Muchos de ellos aparecen decorados con distintos motivos y grabados en puertas y colondras.Finalmente, por la A-66 dirección sur regresamos a Pola de Lena y a nuestra casa rural en Nembra, cerrando así el círculo de nuestra excursión. Mañana nos espera otra buena, así que después de cenar nos embutimos cada uno en su sobre y, ¡hasta mañana!

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Santa María del Naranco


        Al día siguiente, 30 de septiembre, emprendimos camino hacia Oviedo. Era nuestra idea visitar el complejo palaciego de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, exponentes destacados del arte prerrománico asturiano, situados en el monte Naranco, en cuya falda meridional se encuentra la ciudad de Oviedo. El arte asturiano comprende los siglos VIII y IX durante los que se produjeron las realizaciones artísticas más significativas debidas al patronazgo de Alfonso II (791-842), Ramiro I (842-850) y Alfonso III (866-910). La idea de Ramiro I, constructor de estos edificios, era fundar una villa de recreo no lejos de la corte de Oviedo.


                                                  Santa María del Naranco, fachadas oeste y sur.

  Fachada este con el mirador en primer término donde se encuentra el ara.

       El edificio de Santa María del Naranco es de planta rectangular estructurado en dos pisos. Cada uno de ellos se encuentra dividido en tres espacios bien diferenciados, uno central y dos laterales en los extremos del central, donde hallamos los miradores al este y al oeste. Al piso superior se accede por una escalera doble exterior situada en la fachada norte, al piso inferior puede accederse directamente por las fachadas sur y oeste. En el piso superior el gran cuerpo central serviría como salón para recepciones y festejos.

    Fachada norte con la escalera doble de acceso a la planta principal.          Vista de parte de la escalera doble con el mirador orientado el este.

          

          Ramiro I reinó durante ocho años pero fue el que dio impulso a la construcción de estos edificios palatinos, dando nombre al llamado estilo ramirense, así como a toda una serie de construcciones anejas, probablemente de madera, de las que no ha quedado vestigio.

        En realidad, las primeras descripciones de estas edificaciones cortesanas aparecen en las crónicas  de Alfonso III, notablemente la sebastianense o ad Sebastianum, dirigida probablemente a su sobrino, obispo de Salamanca.

Crónica de Alfonso III, versión Sebastianense, ca 885

 [...] Entretanto el dicho rey fundó una iglesia en memoria de Santa María, en la falda del Monte Naranco, distante de Oviedo dos millas, de admirable belleza y hermosura perfecta y, para no referirme a otras de sus hermosuras, tiene una bóveda apoyada en varios arcos, y está construida solamente con cal y piedra; si alguien quisiera ver un edificio similar a ese, no lo hallara en España. Además edificó no lejos de la dicha iglesia palacios y baños bellos y hermosos. Mas también contra los sarracenos guerreó dos veces y salió vencedor. Y cumplido el séptimo año se su reinado, descansó en paz en Oviedo.



              Vista de los arcos laterales y parte de la gran bóveda.

     Uno de los aspectos más ilustrativos que  encontramos en el gran salón central del piso superior es su impresionante bóveda de cañón reforzada por arcos transversales que descansan sobre una arquería ciega, que a su vez se apoyan sobre grupos de columnas decoradas. Este sistema de construcción nos recordó a otro parecido que habíamos visto el día anterior en la iglesia de Santa Cristina de Lena.

        Otro detalle que llamó poderosamente nuestra atención es el efecto, que posiblemente quiso obtener el arquitecto, al hacer que la distancia entre sí de las columnas y la altura de los arcos correspondientes vaya decreciendo progresivamente hacia los lados, obteniendo así un efecto óptico de mayor profundidad.

       


                               Fondo este de la nave central.

                       Vista exterior del mirador del lado este.                    Vistas desde el interor del mirador del lado este.

       En los dos extremos laterales se encuentran sendos miradores, orientados al  este y oeste, como espacios abiertos con hermosas vistas al valle y a la ciudad de Oviedo. El mirador del este tiene un ara de consagración.

 


                         Parte de la bóveda del piso inferior.

           El piso inferior presenta dos estancias laterales y una central más grande con techo abovedado reforzado por cinco arcos fajones que apoyan sobre una bancada corrida extendida a lo largo de los lados laterales. Se ha supuesto que este piso inferior podría estar destinado para distintos servicios, recibir audiencias o como almacén.

             Santa María del Naranco junto con San Miguel de Lillo fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1985.

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San Miguel de Lillo

        La iglesia de San Miguel de Lillo fue mandada construir por Ramiro I hacia 842 a escasos doscientos metros de Santa María del Naranco en la misma ladera del monte Naranco. Por sus características constructivas se supone que Ramiro I la encargó al mismo arquitecto que hiciera el palacio de Santa María del Naranco, un genial arquitecto del que, exceptuando ambas obras, no se conoce ni su nombre ni ninguna otra obra con características similares.

       Su diseño debió ser muy complejo debido a las distintas alturas de la nave central, pórtico y piezas laterales. Exteriormente los muros de sillarejo, excepto en las esquinas, muestran los contrafuertes entre los que se abren varias celosías actualmente cubiertas por paneles protectores.

        La iglesia es de planta basilical con tres naves de las que solo se conserva el vestíbulo sobre el que se encuentra la tribuna real a la que se accede por dos escaleras laterales. Los techos están abovedados con la particularidad de que son perpendiculares entre sí y de distinta altura. Las columnas interiores, decoradas y con grandes capiteles, sirven de apoyo a arquerías ciegas, también decoradas con distintos motivos.


                                Entrada principal en la fachada oeste.
                                                     
               Fachada oeste con la entrada y lado sur.                  Lado este con la zona reconstruida en primer término.

         Al llegar a la iglesia, se da uno cuenta de que en el edificio predomina la dimensión vertical, dando la impresión de que le falta un buen trozo. Efectivamente, a finales del s. XI, un derrumbe de tierras se llevó por delante gran parte del edificio del que solo quedó aproximadamente un tercio en la parte occidental, que es lo que vemos hoy día. En el s. XII se reconstruyó parte del mismo consolidando el tramo conservado. En sustitución de la parte derrumbada se añadió una improvisada cabecera, que más parece un tosco galpón que una obra acorde con la grandiosidad del edificio.

        En el s. XII los restos que quedaron tras el derrumbe fueron cerrados con un muro para volver a dotar al edificio de uso litúrgico. De esta forma, se construyó, de forma un tanto chapucera, una capilla rectangular, que es la que aparece en primer término en la imagen del lado este y que corresponde a la zona señalada en rojo en el esquema de la planta. La suma de gris y negro en este esquema es lo que se supone debió ser la planta original.

        Un detalle que llama la atención desde el exterior es la presencia de las celosías situadas en las naves transversales y en la fachada oeste donde se encuentra la entrada principal. Algunas son verdaderas filigranas hechas de estuco o piedra, en varios casos de una sola pieza. En aquellas paredes exteriores que fueron reconstruidas, se pueden ver trozos de columnas y fragmentos del derrumbamiento reutilizados para la construcción y consolidación posterior.

        La visita al interior demuestra el deterioro que ha sufrido la iglesia; paredes con manchas de humedad, soportes de obra y trabajos de restauración. El interior está decorado con pinturas al fresco de motivos geométricos y figuras humanas, algunas muy deterioradas. En la actualidad, la iglesia sigue presentando problemas de humedad y riesgos en la estabilidad, habiendo recibido varias intervenciones para consolidar su estructura. Fue una pena que no nos dejaran hacer fotos en el interior.


Celosia firmada en la parte central de la fachada oeste.
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Cabo de Peñas


                            El promontorio formado por el cabo de Peñas con el mirador arriba, a la derecha.

               Vista de los acantilados desde el mirador hacia el este.

      Después de comer aun nos quedaba pendiente asomarnos al mar, así que siguiendo la A-66 dirección norte, llegamos a la A-8 o autopista del Cantábrico, hasta llegar, por carreteras secundarias, al Cabo de Peñas. Este es el punto más septentrional del Asturias. Sobresale como un grano en el perfil casi lineal de la costa cantábrica entre Avilés y Gijón. Tiene la forma de la proa de un barco que hunde sus acantilados en las profundidades marinas, con algunos islotes desperdigados hacia el norte.

      Forma parte de la Red Europea de espacios Protegidos de la Red Natura 2000 y de las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA), debido a la presencia de aves marinas nidificantes y migratorias. Como pudimos comprobar las vistas son espectaculares. Los acantilados de esta zona alcanzan los cien metros de altura formando un conjunto de especial belleza como mirador natural. El faro de Cabo de Peñas ha sido luz y guía de pescadores y navegantes desde 1852, resultando ser el más importante del litoral asturiano con un haz de luz que, con buen tiempo, alcanza más de 40 millas.

         A la derecha, edificio y faro de Cabo de Peñas.