EL REAL DE A OCHO. LA DIVISA DEL IMPERIO.        

         El siglo XVI fue una de las épocas de mayor trascendencia, no solo para España si no para el resto del mundo. Tras el reinado de los Reyes Católicos, el país unificado entró en una fase de expansión territorial sin precedentes que condujo a la creación de uno de los mayores imperios conocidos de la historia universal. Poco después de que Colón, navegando por el océano Atlántico hacia el oeste, se tropezase con el continente americano en 1492, y gracias a las exploraciones y conquistas de España y Portugal llevadas a cabo durante los años siguientes, el mundo quedó prácticamente repartido entre estas dos grandes potencias. Además, con la unión de España y Portugal en 1581 y la expansión por toda América y partes de Asia y África, se alcanzó el máximo esplendor del imperio español que, ocupando casi un 15% de la superficie terrestre, dominó el panorama mundial durante casi tres siglos. En el resto de Europa, distintos países despertaban de su letargo invernal de la Edad Media y, mientras unos se consumían en contínuos enfrentamientos religiosos, otros, ávidos de sacar tajada de las conquistas del imperio español, se dedicaban al pirateo y el pillaje con el telón de fondo del Imperio Otomano asomando amenazador por el horizonte.

          Bajo este panorama, el comercio mundial incrementado notablemente a lo largo y a lo ancho de los nuevos territorios del imperio español, despertó la necesidad de crear una moneda fuerte y reconocida que fuera aceptada por todos los países para todo tipo de transacciones comerciales. Esta moneda fue el Real de a Ocho, introducido por Carlos I en 1537. Resultó ser una moneda que nunca se pensó que llegase a tener tanta importancia pero el caso es que, respaldada por su fortaleza, lideró durante más de tres siglos el comercio mundial. Realizada en plata de purísima calidad, proveniente de las minas de Méjico y Potosí en Perú (actual Bolivia), era una moneda de gran tamaño con un peso de 27,47 gramos y una pureza del 93%. El Real de a Ocho, conocido también como Spanish dollar en el mundo anglosajón, se extendió por Europa y América y buena parte de Asia y África llegando a lugares tan remotos como Australia y China.

         El Real de a Ocho comenzó a acuñarse en 1543 usando la técnica de martillo. En 1586, Felipe II modernizó la técnica de acuñación con el uso de los ingenios hidráulicos desarrollados en horizontal; un gran árbol transmitía la fuerza desde las ruedas en el canal hasta el ingenio en el interior del edificio (ver el video). EL Real Ingenio de Segovia fue diseñado por el famoso arquitecto Juan de Herrera, estando ubicado en la margen izquierda del río Eresma. El Real de a Ocho se emitió en este lugar hasta 1868.

            En algunas acuñaciones, la moneda muestra, en una de las caras, la efigie del reinante de turno y en la otra, el escudo de la monarquía española con un campo cuartelado de leones rampantes y castillos, flanqueado por las Columnas de Hércules. La marca de ceca de las acuñaciones de Segovia, representan el acueducto romano de la misma, como puede apreciarse en la moneda superior izquierda, en la posición correspondiente a las nueve de la esfera horaria.

              El Real de a Ocho no solo sirvió de modelo para acuñaciones de monedas de otros países sino que, en el diseño del símbolo del dólar, también se ha querido ver la influencia de la moneda española.

                     

              Las acuñaciones en donde aparecen las Columnas de Hércules corresponden a las emisiones americanas propias de las moneda de Indias. Una de las primeras casas de moneda de América fue la ceca de México que estampaba dos barras verticales representando a las Columnas de Hércules a ambos lados del escudo y en donde se enroscan perezosamente unas bandas con la leyenda "Plus Ultra". Parece ser que la S del símbolo del dólar sería la banda,  estilizada en forma de S, y las dos barras verticales serian las columnas. Es posible que quien diseñó el símbolo del "euro" utilizase esta misma idea, girando 90 grados las Columnas de Hércules para atravesar horizontalmente la C que conforma este símbolo. En cualquier caso, no parece que hubiera discurrido mucho en su diseño.

              En nuestra visita al monumento segoviano, tuvimos ocasión de aprender muchas más cosas sobre el famoso Real de a Ocho y de ver el Museo donde pudimos contemplar piezas del "ingenio" y numerosos detalles de la historia de esta ceca. Nos quedó la nostalgia de haber visitado un lugar que tuvo su importancia durante el desarrollo del imperio más grande y extenso que haya existido nunca.

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